historia
El Ajal-teké ha sido criado por las tribus turkmenas desde hace mas de 3.000 años. El origen del nombre proviene del oasis llamado “Ajal” (en las estribaciones del macizo de Kopet Dag) donde vivió tradicionalmente la tribu “Teké”.
Esqueletos de caballos de constitución similar al ajal-teké han sido hallados en yacimientos arqueológicos de 2.500 años de antigüedad en Ashgabat (capital de Turkmenistán). Asimismo, restos de caballos similares al ajal-teké actual han sido hallados en las tumbas de Pazyryk (en el macizo de Altai).
El área geográfica de la cría del caballo turcomano se extendía en áreas del actual Turkmenistán, Uzbekistán, sur de Kazajstán, Irán y Afganistán. En este área habitaron y criaron “argamaks” (voz de origen mongol que designa a los caballos ajal-teké) los pueblos partos, nisios y escitas. La cría de los descendientes de estos antiquísimos caballos fue continuada por las tribus goklén, yomud, ersanita y teké.

Cría y mantenimiento

Durante siglos, los argamaks fueron criados como caballos de guerra. Su cría y mantenimiento era muy peculiar. Mientras que las hembras eran mantenidas en manadas en el desierto, los machos (uno o dos máximo), vivían junto a las yurtas (tiendas de fieltro de pelo de camello donde vivían los nómadas), atados a estacas y cubiertos de gruesas mantas de fieltro que los protegían de las extremas temperaturas del desierto.
Como el forraje existía solamente durante tres meses al año, la dieta de los argamak se basaba en una mezcla de alfalfa, cebada, huevos y grasa de cordero. Las raciones eran administradas a mano.
Este estilo de vida basado en tan estrecho contacto y dependencia determinó una relación muy especial entre el caballo y su dueño, característica que conserva el moderno ajal-teké.
Mientras que los caballos de las otras tribus de la zona empezaron a mezclarse con caballos de origen mongol y de otros conquistadores, como los árabes, sólo la tribu teké, la mas guerrera y nómada de estas tribus, conservó la pureza de la raza, puesto que la necesitaba para su ocupación principal, la guerra y el ataque (“alamán”) a caravanas y pueblos enemigos.

Siglo XIX: la conquista rusa

En la segunda mitad del siglo XIX, y tras siglos de intentos fallidos, los rusos consiguieron apoderarse de las regiones de Asia Central. Mientras que otras tribus del área fueron conquistadas sin grandes pérdidas, los tekés y sus caballos mantuvieron una resistencia tenaz y desesperada, hasta que fueron derrotados en la famosa batalla de Gueok-Tepé, cerca del macizo de Kopet Dag, y en el centro del oasis de Ajal.
El general Kuropatkin, que había tomado parte en la batalla, fue nombrado gobernador de la región. Impresionado por el caballo de los tekés, fundó, con sus propios medios y algunas ayudas estatales, la primera yeguada de ajal-tekés de la historia. Sería la yeguada de Majtum Kala, cerca de la Ashgabat. Allí serían llevados los mejores sementales, incluido 2ª Boinou (“Cuello largo”), ya de edad avanzada, pero que se convertiría en el fundador de la mayoría de las líneas del moderno ajal-teké. También fueron llevados los célebres Bek Nazar Dor, Bek Nazar Al y Posmán.
Gracias a la yeguada Transcaspiana de Majtum Kala, se efectuaron los primeros registros oficiales de cría. Hasta ahora, el registro se había basado en la mera tradición oral de la tribu teké.
Sin embargo, la otra cara de la conquista rusa se presenta bastante dura para los tekés y sus caballos: se calcula que hasta el siglo XIX, la tribu teké contaba con miles de cabezas (se ha llegado a barajar la cifra de 50.000 ejemplares). Con la llegada de los rusos y las nuevas formas de vida “civilizadas”, el número de ajal-tekés descendió peligrosamente. Las razones son varias: en primer lugar, la conquista rusa hizo que muchos de ellos huyeran con sus caballos a zonas del actual Irán y Afganistán. Por otra parte, sojuzgados los tekés, éstos pasaron de guerreros a forzados granjeros, lo que hizo que se necesitase otro tipo de caballo. Asimismo, y como decía el general Grodehof, “quítale a un turkmeno su caballo y ya no poseerá el poder de aterrorizar a su vecino. Si queremos conquistar Merv (actual Mary), podríamos quitar a los tekés sus caballos. Así dejarán de ser ese pueblo terrible”.
A esto hay que añadir el hecho de que las nuevas condiciones de vida trajesen hambrunas a la zona, lo que hizo que numerosos hombres y caballos pereciesen de hambre. Por todo ello, se estima que hacia 1900 sólo quedaban unos 100 caballos de pura raza.
A principios del siglo XX, la yeguada de Majtum Kala entró en crisis. Las ayudas estatales desaparecieron, y Moscú sólo de acordó del ajal-teké para servirse de sus mejores ejemplares para el ejército, durante la Primera Guerra Mundial. No obstante, gracias a los esfuerzos de Kuropatkin y su gente, el número de ejemplares no descendió, sino que aumentó.

La época soviética

Los años 20 trajeron luces y sombras a la raza. Mientras que el terremoto de 1924 en Ashgabat fue un duro golpe para el ajal-teké -aunque se desconoce el número real de pérdidas- a finales de la década, científicos rusos empezaron a escribir los primeros Libros Registro oficiales de la raza más antigua del mundo.
En este período se adoptó una medida hoy muy controvertida para los puristas del ajal-teké: con el fin de conseguir un caballo mas pesado, se empezó a cruzar yeguas ajal-teké con pura sangre ingleses. Los resultados son controvertidos, aunque en general basculan entre “decepcionantes” y “desastrosos”. El ajal-teké ganó en altura y esqueleto (aunque hay autores que claman que esta ganancia de hubiese producido de todas maneras con las modernas técnicas de cría y alimentación); pero perdió resistencia y salud: en momentos difíciles, muchos morían. Pese a ello, algunos autores afirman que ese cruce tenía que haber llegado de un momento a otro: la influencia de los tres grandes sementales, Boinou, Dor Bairam y Bek Nazar era demasiado poderosa y de haber seguido así, la endogamia hubiese estado demasiado presente en el ajal-teké.

El Libro Genealógico fue cerrado en 1935. En ese momento, todos los ajal-tekés registrados en ese Stud Book (tuviesen sangre inglesa o no) serían considerados de pura raza; mientras que todos los productos nacidos de padres no registrados serían consignados en la sección de media carta.

En 1935, un grupo de “koljosniks” (habitantes de los koljoses, granjas colectivas estatales) realizó el famoso maratón Ashgabat-Moscú a lomos de caballos ajal-tekés y yomud (4.300 Km. en 84 días). Esta aventura sería repetida en 1988.
En 1948, un terremoto azotó de nuevo Ashgabat. La cifra oficial de muertos es de 2.000, aunque se afirma que llegaron hasta 10.000. Se desconoce el número de bajas en las yeguadas.

Poco después se fundó la primera yeguada de ajal-tekés fuera de Turkmenistán: un grupo de yeguas y dos sementales fue enviado al sur de Kazajstán, a una yeguada situada en la provincia de Djambul (hoy Tarás). A principios de los años 50, los ajal-tekés de la yeguada de Djambul serían transferidos a una nueva yeguada, dentro de la misma provincia y cerca de la localidad de Lugovoi. Así nacería la mítica yeguada de Lugovskoi, cuna del ajal-teké de deporte, y donde el olímpico Absent pasará sus primeros y últimos años de vida.

A finales de los 50, el famoso criador ruso Vladimir Shamborant llevó 53 ajal-tekés al sur del Caúcaso, donde fundó la yeguada de Tersk. Shamborant creará el ajal-teké ruso, con productos tan famosos como Yuldús, Gundogar, Guneshli, Guldshaján y Adat.
Las yeguadas de Lugovskoi y Tersk marcan el desarrollo del moderno ajal-teké de deporte: el objetivo de estas yeguadas sería producir caballos que, aún guardando el tipo exótico del ajal-teké, fuesen grandes y fuertes, bien dotados para los deportes clásicos.
En 1959, Krushev introdujo un plan de mecanización combinado con un plan de cinco años que preveía alcanzar a los EEUU en la tasa de producción de carne. Esto llevó a muchísimos ajal-teké al matadero. Esta medida –llamada por algunos “la matanza de la salchicha”- llevó a que se calcule que en 1960 quedaban unas dos docenas de sementales ajal-teké pura raza en Turkmenistán junto con 200 yeguas de cría.
Se cuenta que durante la época de la matanza, numerosos koljosniks soltaron a sus caballos en el desierto, arriesgando su vida cada vez que en alguna noche se deslizaban para soltar unas balas de forraje a los ahora libres caballos. María Cherkesova (conocida seleccionadora y estudiosa de la raza) perdió su empleo durante dos años por enfrentarse a esta medida.
Tras la matanza, y con el cambio de política del gobierno, el control de la cría y selección se trasladó al Instituto de Cría Caballar de la URSS (VNIIK). El Libro Genealógicofue trasladado al Instituto, que diseñó las modernas regulaciones para la conservación de la raza. El programa de cría de ajal-teké continuó. En 1978 se calcula que había en el mundo unos 1352 ajal-tekés.

El ajal-teké en la actualidad

La desaparición de la URSS y la crisis de los primeros tiempos produjo una espiral de caos que afectó gravemente a hombres y caballos: nuevos Estados y gobiernos, nuevas autoridades de las que depender, yeguadas suprimidas de los paupérrimos presupuestos públicos, sueldos sin pagar durante meses / años, falta de medios para alimentar a los caballos y proveer los mínimos cuidados (veterinarios, herradores, equipos…).
Desconocemos el número total de pérdidas (en cientos de cabezas) de las yeguadas causadas por la muerte por inanición, los robos y ventas subrepticias para carne, la corrupción, etc. Lo único que tristemente se puede anunciar que esta situación supuso el canto del cisne para algunas de estas yeguadas. Así, en Kazajstán, Deguerés desapareció. Lugovskoi no ha corrido mejor suerte en manos privadas.
En la patria del ajal-teké, Turkmenistán, y tras la crisis incial, el nuevo Estado, consciente del papel del argamak en el desarrollo de los pueblos turkmenos, y deseoso de fraguar símbolos que conformen la identidad nacional, ha encontrado en el caballo ajal-teké el perfecto exponente de la historia y grandeza del país. Así, un ajal-teké (el semental Yanardag, propiedad del presidente), está en centro del escudo del país. El ajal-teké es venerado y protegido oficialmente. La yeguada de Konsomol (la antigua Majtum Kala) se ha transformado en la yeguada presidencial. La sociedad estatal “Turkmen Atlary”, cuyo director tiene rango de ministro –el único ministro del caballo en el mundo-, vela por el desarrollo de la raza.
En Rusia, así como en otros países de la zona, la mayoría de las yeguadas están hoy día en manos privadas y se ha podido continuar y mejorar los programas de cría y selección. Si en un principio el surgimiento de una nueva clase social con sobrados recursos económicos (los “nuevos rusos”) fue un apoyo fundamental en el desarrollo de la raza, hoy día las yeguadas en este país se van orientando hacia la calidad (en algunos casos, deportiva), en un intento de dejar atrás el valor meramente morfológico de los ejemplares, trabajando también la funcionalidad.
En Europa, los primeros ajal-tekés se exportaron a Alemania en los años 70 y 80, siendo este país el que en la actualidad cuenta con más ejemplares. Pero la llegada masiva de importaciones seprodujo en la década de los 90, sobre todo tras la caída de la URSS. Así, hoy día podemos encontrar tekés en la mayoría de los países europeos
En los EEUU, las importaciones comenzaron en los 70 cuando el matrimonio Case compró al magnífico Senetir en Rusia. A partir de ahí, seguirían compras, sobre todo a Rusia y a Europa. También en Canadá hay unos pocos ejemplares, importados de Rusia. En cuanto a Australia, existen algunos ajal-tekés importados de los EEUU, Europa y de Rusia.

En la América hispana hay ajal-tekés en ecuador, Uruguay y Argentina.

También los tekés han llegado a Africa, primero a Senegal, y más recientemente, a Sudáfrica. En Oriente Medio y Asia encontramos también ajal-tekés, sobre todo en China, donde los tekés fueron adquiridos en grandes cantidades y por elevado precio por un empresariado de gran poder adquisitivo.
Mención especial merece la existencia de un gran número de caballos turcomanos en el norte y noreste de Irán, zona tradicionalmente habitada por turkmenos iraníes. Allí se encuentran ajal-tekés y yomud de gran calidad, utilizados normalmente en el hipódromo y en salto. Estos caballos no están inscritos en el Libro Genealógico del Instituto Ruso del Caballo (VNIIK).
En España, los primeros ajal-teké llegaron en los años 90 del pasado siglo, provenientes de Rusia. Actualmente existen unos 35 ejemplares de pura raza en el país, y otros tantos cruzados. La mayoría se encientran en la costa mediterránea y en las islas, y también en Extremadura y Madrid.